El mobbing es un proceso cuyo funcionamiento produce daños psicológicos paulatinos en sus víctimas, pasándolos por 4 fases para instaurarse: en la primer fase el paciente es aislado socialmente, en la segunda se daña el autoestima del individuo y que – al estar aislado – no encuentra afirmación de sí mismo; la tercer fase es la autoculpabilización en la que el individuo se culpa por lo malo que sucede y – debido al daño en autoestima y aislamiento – se cree que merece el castigo que está recibiendo; finalmente, en la cuarta fase llega la desestabilización emocional, en la que se presentan diversas enfermedades psiquiátricas como ansiedad y depresión.

El mobbing y burnout tienen muchas características en común, llegando a ser esta última el resultado de la primera, al aumentar el estrés laboral que experimentan los trabajadores y – por lo tanto – aumentando las sensaciones de desmotivación, desinterés, malestar interno e insatisfacción laboral, que tendrán una repercusión en el rendimiento laboral y la calidad de vida.

La atención a víctimas de mobbing y burnout es importante no sólo para aumentar la productividad de la empresa, sino para evitar las repercusiones que tendrá en aquellos que lo sufren, ya que estos síndromes no solamente afectan su esfera laboral, sino su esfera social e individual al tener repercusiones en su salud tanto física como mental.

 

ESCRITO POR ACTIPULSE | JULIO 31, 2019 | CIENTÍFICOS